Fatalidad
La princesa no solo aprenderá a ser princesa, sino que, además, a ser mujer, reina y madre porque para eso nació. Su vida ha sido marcada por la fatalidad. Aprenderá a verse bella, a opinar cuando se lo pidan, a rendirse ante los mandatos de quien decidan sea su verdadero amor. La princesa no conocerá el hambre ni la sed, la vergüenza y desdicha; paseara por los jardines del palacio, en principio, de la mano de su madre y, posteriormente, de quien asignen su cuidado. Amará cuando se lo ordenen y caminara por el pueblo cuando sea necesario. Verá el mundo a través de sus finas cortinas de seda, y jamás preguntará qué está pasando fuera pues esos son asuntos del rey, el mismo que compartirá con ella las tardes en el gran comedor y las noches del amor ficticio, sin pronunciar palabra, sin confesarse feliz o triste o satisfecha o insatisfecha. La princesa dirá siempre ama su vida. La princesa aprenderá idiomas y a leer y escribir. Leerá los poemas que digan ser necesarios para su educación. Sabrá de arte y retorica, de poetas y filósofos. Su vida transcurrirá rápido y será recordada por haber sido esposa de un gran monarca, de un hombre inmaculado. Las generaciones futuras conocerán su nombre, más no sus obras pues, en realidad, no tuvo ninguna. La princesa se sabrá resignada, incapaz de discrepar, impura si desea otra vida, otra caricia, otra habitación. Irá a misa siempre y confesará sus pecados ante el sacerdote, ante el cardenal, ante el papa. Se casará. Será la envidia del reino. Callará cuando escuche de guerras –si en caso logre enterarse de alguna-, si sabe el rey ya no se siente satisfecho con ella. La peinaran, bañaran, mimaran, tendrá hijos, irá a otros reinos a importantes celebraciones. La añoraran, amaran, desearan, envidiaran, imploraran. Ya anciana su habitación no será suya porque no le correspondería. La muerte le llegará de pronto. Lloraran por ella mientras piensan que ya estaba lo suficientemente anciana como para seguir viviendo. La princesa, sabe su futuro y lo espera en ese único grito de impotencia, gracias a la licencia que le dan a los que acaban de nacer y, sin que lo imaginemos, ya conocen lo que es morir.
3 Responses
  1. Unknown Says:

    extraña manera de vivir...



  2. Unknown Says:

    por cierto, cuando pasas por mi blog???...


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